lunes, mayo 14, 2007

Mecánica Popular ...

Resulta que el sábado fui a la casa de March para que su marido y los chicos "del fondo" me ayudarán con el auto. Algo de frenos, que se yo.
Al parecer las pastillas de freno estaban dando sus últimos esfuerzos para que yo no sufriera un accidente.
Luego de que me retaran en todas las formas posibles, nos mandaron a la casa de repuestos a comprar unas nuevas pastillas de freno.
Como si fuesemos tontas (y en mecánica lo somos) Cheli nos dió una de las pastillas gastadas para que compraramos las mismas.
Al llegar a la casa de repuestos obviamente eramos las únicas mujeres.
Me tomo dos minutos y abro un paréntesis: Es in-cre-i-ble el tiempo que pasan los hombres en estos lugares. Hemos encontrado el equivalente al shopping de las mujeres: las casas de repuestos.
Cuando nos tocó el turno y recitando casi de memoria le digo al señor vendedor: Quisiéramos una caja de pastillas de freno para xxx, modelo xxx por favor. Acá tiene una de muestra para que tenga el mismo dibujo.
El señor me miró, me retó por el estado de las pastillas de frenos y se adentró en el local para buscar las pastillas de frenos.
Mientras tanto entró una señora de unos cincuenta y tantos, vestida con joggings blancos y lentes oscuros.
Espero que el otro vendedor se desocupará y consultó:
Señora de buena familia: Si, disculpe señor. Estaría necesitando amortiguadores para mi auto.
Vendedor con poca onda: Se, modelo ?
Señora de buena familia: Ay, no sé... de aquel que está afuera.
Vendedor con poca onda: Cuál señora ? El gris ?
Señora de buena familia: Si, ese... ese.
Vendedor con poca onda: El Focus.
Señora de buena familia: Ay, si... el Focus.
Después de esto, March y yo entendimos que no parecíamos tan inútiles en ese lugar.
Moraleja: Siempre hay alguien más idiota que nosotros. El tema es que a veces no nos damos cuenta.

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