martes, septiembre 18, 2007

Ganar - Perder

Hoy leí un post que hablaba del amor.
Hablaba del amor en una pareja, pero también trataba sobre otros tipos de amor.

Y decía:

“Todo lo que se da, vuelve duplicado.
Todo lo que no se da, se pierde”

Tenía dieciocho años cuando S y yo nos pusimos de novios. Trabajábamos en el mismo lugar, aunque en horarios distintos. Él tenía un año más que yo.
Como me sucede siempre, yo no lo estaba buscando. No estaba secretamente enamorada de él. No soñaba por las noches como sería estar juntos.
Con el correr del tiempo que pasamos juntos, antes de empezar a salir, habíamos podido conocernos más.
Él tenía planes a futuro (cercano), era divertido, decía lindas cosas.
Él se mantenía al margen cuando yo salía con otras personas y evitaba hablar de estos temas conmigo.
Cuando él vino a hablar conmigo, yo no me esperaba lo que iba a decirme.
Hace ya tanto tiempo que no recuerdo los motivos por los que nos pusimos de novios.
Él era tan diferente a mí… que quizás esa haya sido la razón.
Por más de un año estuvimos juntos. Un año que fue muy bueno, no recuerdo grandes conflictos.
Era una persona muy educada y era muy atento.
Pero yo tenía diecinueve años y muchas de las cosas que hacía unos meses creía que quería ya no me parecían acertadas.
Él se desvivía en complacerme, pero jamás me había puesto un “no” delante.
Eso me desquiciaba. Siempre era todo lo que yo quería, cuando lo quería, como lo quería.
Y aunque suene muy pedante, era la relación entre una princesa y un esclavo. Y eso no era lo que yo quería.
No quería que él tuviera que relegar sus propios deseos ante los míos. Yo quería también poder satisfacer sus deseos.
Fue muy difícil que él comprendiera que una relación así no era sana, y que era lo mejor para él.


Yo creo que el hombre es un ser básicamente egoísta. Desde la visión que tenemos de la muerte, estoy segura que somos muy egoístas.
Preferimos retener situaciones y personas a cualquier precio, solo porque eso nos hace bien.
Sin embargo creo que las motivaciones a ese egoísmo no son tan condenables. Amor, miedo, ansiedad, esperanzas… son todas cosas que por momentos pueden enceguecernos.
Porque la vida es corta y tenemos tantas obligaciones, es un claro motivo para buscar la mejor forma de pasar la vida.
Porque nadie puede decirnos que es lo que nos merecemos y cual es el límite; es que nunca hay que abandonar la búsqueda de la felicidad.
Porque la felicidad, para mí, no es un objetivo a alcanzar; sino una forma de vivir.

Pocos meses después, F. y yo empezamos a salir. Yo venía con la carga de la relación con S. y no quería tener que pasar nuevamente por una separación traumática.
F. tampoco me quitó el sueño. Es más, no nos llevabamos muy bien. F. es una de las personas más simples que conozco en la vida. Es de esas personas que puede abstraerse de la realidad y no dejar que el contexto lo consuma o lo influya. En los seis años que estuvimos juntos siempre fue igual, pero jamás pude aprender esa forma de ser.
F. era una incógnita para mi. Lo sigue siendo… a veces me pregunto si yo lo habré sido para él.
F. no sabe expresar sus sentimientos como lo hacen las personas. F. nunca necesita nada, siempre esta bien. Se conforma con lo que la vida le da, pero eso no le impide conseguir muchas cosas que gente de su edad sueña con tener.
Hoy F. tiene un auto propio, una casa hermosa con un parque enorme (que todavía esta pagando), tiene un trabajo que le permite poder cumplir con sus obligaciones, tiene una familia que le esta detrás aunque él no les de cabida.
Con el paso del tiempo F. fue toda mi vida. Fue mi escapatoria a la realidad que me tocaba vivir, y él cuidó de mí siempre.
Me apoyé en él (demasiado) y no me importó que no supiera decir cosas dulces. A veces en las palabras no hay sentimientos sinceros.
Cuando sentía que necesitaba saber si me quería, solo tenía que sentarme y recordar las cosas que él hacía por mí, y ahí me daba cuenta que me quería.
En las ocasiones especiales, cuando me decía “Te amo” yo sabía que era verdad; porque él nunca hubiese dicho algo solo por decir.
Pero claro, él demasiado simple… yo demasiado compleja.
No sucedió que el amor se haya acabado o cosas por el estilo. Solo que la vida nos fue poniendo diferentes cosas delante, quizás demasiadas.
La búsqueda de lo perfecto, el mirar hacía adelante hizo que por más de un año nos olvidáramos de nosotros. De vernos en detalle, de disfrutar pequeños momentos.
Y, después de mucho, cuando los roces por situaciones ajenas a la pareja y el no saber decir las cosas en el momento indicado fueron demasiadas, había que tomar distancia.
Yo creía (y lo sigo creyendo) que me merecía más amor. Me equivoqué en no saber ver que los esfuerzos que él hacía eran también por mí. Pero hay veces en que se necesita recibir una demostración de amor en lugar de tener que buscarla en acciones pasadas.
Algunos meses después de distanciarnos estaba segura que me había equivocado. Que me había dejado llevar por cosas que realmente no valían la pena. Que no le había dado la importancia que algunas cosas merecen y otras las había sobrevaluado. No me gustaba quien era yo en ese momento y tomé la decisión de poner un punto final a todo lo que me molestaba, para después retomarlas con la cabeza más tranquila o abandonarlas definitivamente.
Pero había cosas que no podían quedarse en standby.
Si fue un error el habernos separado ya no lo creo.
Hoy F. no es la persona que yo conocí. La persona de la que me enamoré bastante después de que empezamos a salir.
Como si fuese posible para mi imaginación, F. es hoy una persona aún más distante.

Nadie tiene las respuestas para las preguntas de la vida.
Nadie vino al mundo sabiendo cuál era su objetivo y como llevarlo a cabo.
Porque, al menos en este plano, somos nosotros quienes decidimos que queremos hacer con este tiempo que nos toca vivir.
Y es la suma de las experiencias vividas lo que nos va formando. Somos lo que la vida hizo con nosotros y lo que nosotros hicimos de ella.
Y yo creo que esta bien equivocarse, darse el tiempo de reflexionar y sacar provecho a cada uno de nuestros errores.
Pero también reflexionar acerca de lo que nos sale bien, de las cosas que nos pasan a diario; y aprender.

A veces creo que cuesta demasiado trabajo encontrar el equilibrio. Saber como actuar, cuanto dar, que decir, cuanto brindarse.
A veces creo que es demasiado trabajo esto de intentar ser perfecto, sin cometer errores.
Porque el precio que se paga a veces puede ser demasiado alto.

El tiempo que estuve sola no fue demasiado. Sin embargo muchas cosas sucedieron y yo no estaba preparada para afrontarlas sola. Me había pasado mucho tiempo sabiendo que si yo me quebraba alguien a mi lado estaba para ayudarme. Pero eso ya no era así y muchas de las cosas que a todos nos pueden suceder en la vida yo tuve que afrontarlas sola, sin estar acostumbrada.
Ya no había a quien recurrir, en quien apoyarse, a quien volcarle todo lo que uno tiene dentro. Porque uno tiene filtros, porque el resto de las personas tiene también sus asuntos, porque ya hasta agota saberse con los mismos problemas por tanto tiempo.
Por eso ese tiempo, este tiempo, me resulta largo.

Las mejores cosas muchas veces nos pasan inadvertidas. Muchas veces solo podemos verlas cuando estamos a millones de segundos de distancia.
Nuestro primer día de escuela. Nuestro mejor amigo. Esa charla que nos hizo sentir muy bien y nos enseño tanto hasta mucho tiempo después. Una sonrisa sincera y plena como recompensa a algo que hayamos hecho de corazón. Esas palabras, las mismas que estabamos esperando oír, sin saberlo, desde que nacimos.

Pero uno no puede pasarse la vida recriminándose el haber dejado pasar el momento.
Lo más sano, aunque uno no lo ve, es aprender e intentar hacerlo mejor la próxima vez.
Aprender todo lo posible y ser mucho mejor siempre… para no seguir desperdiciando momentos, que quizás sean de esos especiales, de esos que se recuerdan por siempre.

Hace poco más de un mes que lo conocí a él.
Lo más curioso es que el dicho “Algo va a aparecer cuando menos lo estés buscando” es real.
Ni siquiera fui a ese lugar para verlo a G. En realidad fui pensando en pasar un buen momento, haciendo algo distinto. Tener un plan “raro”, esa era la idea.
Tomar unos tragos, ver gente distinta, escuchar música en vivo (aunque no estaba segura si iba a gustarme), pasar un buen rato y volver a casa.
Y así, de casualidad (si es que existen), él apareció cuando estábamos con Eru tratando de sacarle el último jugo a la salida.
En una vorágine de ironía, “rock star”, autógrafos y sonrisas nerviosas, me dio un beso. Pero de los tímidos, de esos que no se recuerdan en detalle.
Me llamó días después, mucho antes de lo que yo esperaba.
Él es un poco más grande que yo, pero no por eso significa que toda su vida está planeada. Él sabe lo que quiere y todo lo que hace tiene como fin el disfrute.
Él es la persona más feliz que conozco (aunque aclaro que no lo conozco mucho –debe ser por eso-).
Él es de esas personas que dan la sensación de vivir el hoy sin tener miedo a planificar a futuro.
Él me dice las cosas más lindas que alguien me haya dicho, porque lo hace con medida y mirándote a los ojos. Y las dice cuando y como le nacen; y eso tiene mucho más valor.
Él no esta todo el tiempo pendiente de mí y puede ser que eso todavía me duela un poco (el no saber si él esta pensando en mí como yo puedo estarlo).

Sin embargo, es él en quien hoy pienso. Con quien disfruto ilusionándome. Son sus palabras lo que hace que mi día sea más brillante. Son sus ojos y su sonrisa los lugares donde creo que puedo ser feliz.
Los momentos que paso con él no tienen minutos, son momentos y nada más.
Y con el correr de las semanas nos animamos a contarnos más cosas. Aunque todavía siento ese miedo de creer que todas nuestras diferencias alguna vez puedan llegar a ser incompatibles.
Y cuando no me controlo, me imagino que es él la persona que estaba buscando. Que él representa todo lo que yo estoy esperando del amor.
Pero trato de no pensar así. De dejar que los tiempos transcurran como debe ser, que mi ansiedad no arruine las cosas.

Y ahora, al final, quiero pensar que esta es otra nueva oportunidad.

Siempre hay nuevas oportunidades. Oportunidades de remediar situaciones del pasado en forma kármica. Oportunidades de dar plenamente, sin medidas. De dar, sin esperar lo mismo o más a cambio.
Porque creo que es tal cual: Todo lo que no se da, se pierde.
Y no está bueno perder.
Pero lo más importante: cuando se gana, se gana mucho más que el doble.

1 agarraron el lápiz:

Anónimo dijo...

Volviste con todo! Un manual completo del amor, según tu punto de vista, para conocerte un poquitito mas!
Dejate llevar por el buen momento que estas pasando, ilusionate a full con todo, no dejes de soñar e imaginar cosas, porque en definitiva, eso es una de las cosas mas lindas que tiene ser feliz, o estar enamorada, o estar pasando un muy buen momento!
A mi me pasaba hace un tiempo que si me ilusionaba con algo, pensaba uqe no se iba a dar, y hasta trate de dejar de soñar despierta… Pero después me di cuenta que me estaba perdiendo el disfrute de tener las cosas que tenia, o vivir lo que estaba viviendo… Asi que volvi a soñar, y sabes que? Mucho de lo que soñe se cumplio, asi que ahora me siento una tonta por no haber soñado mas!
Ana