viernes, septiembre 19, 2008

F, el periodista

Para empezar F era más chico que yo. Y será por eso que nuestra relación no pasó de unos pocos meses.
Yo siempre me consideré más “adulta” que otras personas de mi edad. A eso le sumo que casi todas mis amigas son mayores que yo.
Es dicho popular que entre hombres y mujeres de la misma edad, las mujeres parecen más maduras.
Si preguntan porque no funcionó lo de F esa es la razón. Quizás hubiese podido durar más, pero él no ayudaba.

F tiene cuatro años menos que yo. Vivía con su padre, estudiaba periodismo deportivo y trabajaba en los medios. Co conducía un programa de radio por la tarde, era notero en uno todos los días al mediodía y los fines de semana producía un programa deportivo también en radio. Tenía un proyecto propio que aún ni siquiera había delineado.

No era “bonito”, ni siquiera era mi tipo; pero era agradable. Sin embargo en el poco tiempo que salimos hizo todos los NO que un hombre puede cometer en una relación.
F tenía auto pero no funcionaba nunca, entonces se había acostumbrado a que yo lo tuviera. Era la comodidad hecha persona… siempre era “pasame a buscar y vamos a algún lado”…
Como trabajaba los domingos muy temprano las salidas de los sabados eran casi inexistentes.

No considero que F y yo hayamos sido novios. Sería algo así como “nos veíamos para pasarla bien”. Pero claro, pocos fueron los días en los que la pasamos bien.
El último día que lo vi me pidió que lo vaya a buscar por la casa. Estuve esperandolo treinta y cinco minutos. Al minuto treinta de espera me dije “si no baja en cinco me voy”. Pero bajó.
Entonces aproveché para explicarle que el papel de “taxi” y la espera desmedida eran too much.
Pero eso no fue lo peor… a las veinte / treinta cuadras el auto empezó a tirar un humito por el capot. Me asuste y mucho… estaba taaan lejos de casa, un día de semana, había perdido tiempo esperando y ahora se rompía el auto.
El se quedó sentado al lado mío. No dijo nada.
Baje y abrí el capot, trate de descubrir si algo estaba fuera de lugar pero que se yo de mecánica…
Llamé al auxilio mecánico y recibí la noticia que tenía que esperar. Podían ser cuarenta minutos o dos horas.
No era mi día así que a las dos horas y un minuto volvi a llamar. Estaban demorados y había que esperar más tiempo.

Esas dos horas fueron eternas. Creo que si les digo que no hablamos no exagero.
En un punto llego a sacar su celular y jugar a algún jueguito.
No lo podía creer. No solo no me había ayudado ni contenido en esa situación que siempre me desespera; sino que además se ponía a jugar. Juro que tenía ganas que desapareciera. Era taaaaaan incómodo estar así con alguien. El rechazo era insoportable.

Finalmente llego el mecánico y me dijo que había sido algo de la bomba de agua. Podría esperar a una grua o ir cargandole agua cada dos cuadras para que no sobrecalentara.
Ya eran las once de la noche y quería huir de ahí, de esa calle, del problema con el auto y de F.
Mientras yo hablaba con el mecánico el seguía inerte en el asiento del acompañante.
Me acerque, le explique que tenía que llevar el auto hasta un taller y que no podía acompañarlo. Se subió a un taxi y no me dijo más que “hablamos”.
Fue el viaje más largo desde Belgrano hasta Olivos que tuve en mi vida. En todas las estaciones de servicio compraba un bidón grande de agua y seguía camino.

Y aunque F llamó varias veces más creo que fue suficiente. Había dejado mucho en mi vida como para “pasar” el tiempo con alguien así.
Y con él cerré para siempre la posibilidad de salir con alguien más joven. A pesar de que conozco casos en los que funciona, pero quizás no sea para mi.

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