jueves, febrero 26, 2009

Stuck in a moment and I can´t get out of it...

Ufff… hace un montón que no me siento a escribir.
Será por eso que mi cabeza es un lío?

Ya no tiene sentido echarle la culpa de todo esto al stress post-vacacional… Hay culpables internos y externos.
Pero tengo que admitir que gran parte de la culpa es mía. Por las decisiones que tome, hasta cuando creí que no estaba tomando ninguna.

Hay días en los que creo que odio mi trabajo. A ver… “odiar mi trabajo”. Si lo resumo, sí: Odio mi trabajo. Pero es más complejo que eso.
Ante todo tengo trabajo y eso ya es bastante bastante bueno teniendo en consideración la situación actual.
Lo que odio es la rutina de mi trabajo, el no poder hacer cosas más creativas, el tener el escritorio y la oficina inundada de papeles. Tener que hacer todo sola, remarlas todas y sobre todas las cosas que mi jefe, Mr. President, me ignore.
Sí, sí, sí… mi jefe me ignora.
Me sigue usando de enorme oreja para descargarse de los males de la crisis global y las internas de la empresa. Me repite cada dos minutos y medio la frase “eliminar el desperdicio urgente” y con un poco menos de frecuencia me explica lo difícil que le resulta a la empresa pagar los sueldos.
Cada tanto se enorgullece de imponer como pilares de la empresa el servicio, la calidad, la ética y la creatividad…
Pero cuando le comento que tengo una idea (a mi entender) bastante interesante para los clientes nunca tiene tiempo. Claro, no se hace el ratito porque sabe que detrás de la idea se viene la conversación sobre mi situación en la empresa…
Boludo no es…

Ahora yo me pregunto bastante atormentada: no es mejor enfrentar la situación y sentarnos a charlar que dejar que mi motivación continúe en picada?
Claro, porque mi motivación actual es la misma que la de un elefante en el zoológico.

Abstrayéndome de que esta situación me esta sucediendo a mí, yo pienso que uno como jefe sabe quienes son los empleados a los que tenes que ponerle fichas. Quienes son esas personas que hacen que tu negocio no se estanque…

Y mal o bien yo vendría a ser una de ellas. No solo porque creo que mi trabajo suma mucho y es valioso; sino porque soy la UNICA persona que lo hace. Soy la única persona que mueve el Departamento.
Ese mismo departamento que hace cuatro años tenía tres personas y facturaba (con suerte) la mitad. Un costo altísimo y menos ingresos…
Si lo vemos así ahora se sacó la lotería. Un sueldo que ni se compara con el del anterior gerente y el doble de laburo…

Pero puede ser que me esquive por otras cosas… por promesas cuyos vencimientos se aproximan vertiginosamente.

Sea lo que sea es bastante cruel. Y es cruel porque siempre me preocupé demasiado. Me cuesta el “que no te afecte”.
Porque soy yo la boluda que chequea los mails las 24 hs del día y durante las vacaciones (Gracias a Blackberry por esto!)
Porque soy la que se mete en todo lo que no funciona.
Soy esa que se rompe el coco pensando y desarrollando ideas para mejorar la gestión y que nunca se concretarán porque “estamos demasiado ocupados con los temas de fábrica”.
Soy la que no se queja y a la que le dicen “gracias por la paciencia” cuando espera hace cinco meses un trámite sencillo.
Porque tengo puesta la camiseta, pero me la quiero arrancar con los dientes.

Como hago para que deje de importarme?
Como hago para que se den cuenta que la soguita se esta deshilachando?
Como hago para agradecer por tener trabajo cuando las horas que paso acá adentro son un infierno?

Odio tener que estar constantemente atrapada por esta maldita sensación de disconformidad con lo que me lleva diez horas al día, cinco veces por semana.
Yo se que en este país es muy difícil tener el trabajo que me gustaría; pero todavía no entiendo porque.