Me siento como un nene en una juguetería.
Yo, la constante detractora de la última tecnología, he sucumbido.
A ver… no es que odie la tecnología y viva cual amish en Ohio, pero no quiero ser parte de la vertiginosa rutina de estar al día con lo último de lo último, que mañana será lo anteúltimo.
No quiero sufrir de la fiebre consumista por tener la más moderna tecnología.
Por eso, con el tiempo voy adaptándome a las tendencias, pero no al ritmo que marcan las grandes potencias del mundo y los geeks.
Tengo que admitir que estuve media hora intentando conectar unos auriculares y su micrófono para poder realizar mi primera llamada por Skype.
El primer intento lo hice con el cliente de Slovenia que seguramente penso que era una idiota que no sabía que hacer.
Pero como no desisto de los retos y mi perseverancia proviene de mi cabeza dura, seguí intentándolo.
Y así fue como veinte minutos después pude concretar tal desafío.
Sumado a esta tremenda hazaña, todavía sigo fascinada por mi primera notebook: Whitey.
No puedo esperar a comprarle un mini mouse que combine.
Y ni que hablar de la tele que me tiene embelezada… todo el día hablando de LEDs en iluminación que siento que debo comprar la nueva tele de Samsung…
En fin. Caí en las redes tecnológicas de la modernidad. Pobre de mí.
Yo, la constante detractora de la última tecnología, he sucumbido.
A ver… no es que odie la tecnología y viva cual amish en Ohio, pero no quiero ser parte de la vertiginosa rutina de estar al día con lo último de lo último, que mañana será lo anteúltimo.
No quiero sufrir de la fiebre consumista por tener la más moderna tecnología.
Por eso, con el tiempo voy adaptándome a las tendencias, pero no al ritmo que marcan las grandes potencias del mundo y los geeks.
Tengo que admitir que estuve media hora intentando conectar unos auriculares y su micrófono para poder realizar mi primera llamada por Skype.
El primer intento lo hice con el cliente de Slovenia que seguramente penso que era una idiota que no sabía que hacer.
Pero como no desisto de los retos y mi perseverancia proviene de mi cabeza dura, seguí intentándolo.
Y así fue como veinte minutos después pude concretar tal desafío.
Sumado a esta tremenda hazaña, todavía sigo fascinada por mi primera notebook: Whitey.
No puedo esperar a comprarle un mini mouse que combine.
Y ni que hablar de la tele que me tiene embelezada… todo el día hablando de LEDs en iluminación que siento que debo comprar la nueva tele de Samsung…
En fin. Caí en las redes tecnológicas de la modernidad. Pobre de mí.