No hay nada de relevante en el hecho que sea Martes.
O quizas si lo sea si la semana que viene a esta misma hora voy a estar retozando en la praia.
Esta última semana pre-vacaciones ni pinta ser eterna como dicen algunos.
La mia esta revuelta. Otra vez tengo el vestidor del dormitorio "en reparaciones" con albañil incluido. Lo que ocasiona que tooooodas mis cosas esten dando vuelta por toda la casa. Las carteras, los vestidos, los perfumes, las remeras, los treinta y pico de pares de zapatos, los sweaters, el plumón de invierno... todo por todos lados.
Siento esa angustia típica de quien esta por mudarse... o quien acaba de hacerlo.
Cuando una empresa decide cerrar por vacaciones (generalmente una fábrica) esa semana pre-vacaciones resulta un desquicio sin fin. Cincuenta horas laborales en donde parece que nos prepararamos para el fin de Universo tal como lo conocemos.
Pero no falta el gerente que ya se tomo sus vacaciones cuando todos estabamos trabajando y pretende recuperar esos días volviendote loco. Como si uno tuviese que entender que porque él se fue de vacaciones toda esta semana debiera girar en torno a sus actividades.
Porque si no fuese suficiente entrar en crisis cinco días previos a un *corto* descanso (vamos, 15 días no son suficientes para descansar todo un año laboral) hay que sumarle los frenéticos pedidos de aquel gerente irracional.
Pero hoy es Martes.
Segundo día de la semana del infiero y a cuatro de pisar la ruta... Con un almuerzo laboral en mira y una reunión "interesante" (???) por la tarde enfrento la mañana.
Mejor continuo con el trabajo, tengo al gerente respirando en mi nuca.
Cheers !
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