jueves, mayo 31, 2007
Momento hedonista y egocéntrico ...
miércoles, mayo 30, 2007
Suficiente ...
Cuando anunciaron la partida del vuelo ellas se abrazaron y la madre dijo: "Te amo y te deseo lo suficiente".
La hija respondió:"Madre, nuestra vida juntas ha sido más que suficiente. Tu amor es todo lo que he necesitado. También te deseo lo suficiente".
Ellas se saludaron con un beso y la hija partió. La madre pasó muy cerca de donde yo estaba sentada y noté que ella necesitaba llorar.Traté de no observarla para no invadir su privacidad, pero ella se dirigió hacia mí y me preguntó: "¿Alguna vez se ha despedido de alguien sabiendo que era para siempre?".
- Sí, lo he hecho - respondí - Perdón por preguntar - contesté -, pero ¿por qué esta despedida es para siempre?
- Yo soy una mujer vieja, y ella vive muy lejos de aquí. La realidad es que su próximo viaje será para mi funeral -dijo.- - Cuando se despidió de ella escuché que le dijo "te deseo lo suficiente". ¿A qué se refiere?
Comenzó a sonreír. Eso es un deseo que hemos transmitido de generación en generación. Mis padres solían decirlo.Ella hizo una pausa y miró hacia arriba como si tratara de recordarlo en detalle, luego sonrió aún más.
- Cuando decimos "Te deseo lo suficiente", es que deseamos que la otra persona tenga una vida llena de sólo lo suficientemente bueno para vivir.
Entonces, dirigiéndose hacia mí, ella compartió lo siguiente como si lo estuviera recitando de memoria:
"Te deseo que tengas suficiente sol para mantener tu espíritu brillante".
"Te deseo suficiente lluvia para que aprecies aún más el sol""Te deseo suficiente felicidad para que tu alma esté viva"
"Te deseo suficiente dolor para que las pequeñas alegrías de la vida parezcan más grandes"
"Te deseo que tengas suficientes ganancias que satisfagan tus necesidades"
"Te deseo suficientes pérdidas para que aprecies todo lo que posees."
"Te deseo suficientes bienvenidas para que logres soportar las despedidas".
Luego ella comenzó a llorar y se alejó.
Cuestión de internalización ...
En poco tiempo, todas vamos a menearnos en el caño.
martes, mayo 29, 2007
Oooooaaaa ... Abazo ...
lunes, mayo 28, 2007
Bienvenidas ...
Estos son los momentos en los que a uno le darían ganas de dejar todo y salir corriendo a conocer a dos preciosas que vimos crecer día a día...
Ale, Pedro: Los felicito muuuuuuuucho. Como ya te dije antes, Ale; no puedo imaginar a nadie que se merezca más que Ustedes todo esto.
Es un claro ejemplo de que cuando uno desea algo con todo el corazón y tiene mucho que dar, consigue lo que quiere.
Soy tía ... cuando vamos a conocerlas ?
martes, mayo 22, 2007
Es así ...
Yyyyy... ahora no se si tanto ...
lunes, mayo 21, 2007
Sin palabras ...
Bloqueado ...
...
viernes, mayo 18, 2007
De Antología: La Ardilla, el Topo y Yo ...
Hoy, uno de los grandes misterios de mi vida ha sido develado.
Que increíble !
jueves, mayo 17, 2007
Extraña influencia ...
Es increible como se dan las cosas: Cuando tenes dinero para gastar o necesitar ropa no hay nada que te guste... pero si estas conteniendo tus gastos no hay nada que NO te guste.
Dicotomía ...
miércoles, mayo 16, 2007
Warning !!!
Muchas gracias.
Ayer estabamos chateando con mi amiga la Diablurita de temas varios, como siempre. En una de esas salta el tema de "hombres" (infaltable)
Entonces yo le cuento unas cosas, ella me cuenta otras y terminamos hablando de un ex de la Diablurita, al que identificabamos como "el pelado".
Resulta que cuando la Diablurita comenzó a salir con el Pelado todo era bárbaro (como debe ser). Aunque en ocasiones el Pelado reaccionaba o tenía salidas un poco extrañas a lo que la Diablurita estaba acostumbrada. Cuando ella me las contó enseguida le advertí que eso no era normal y que tenía importantes rasgos psicóticos que no iban a mermar con el avance de la relación.
(Hay gente que tiene manías y nada las va a cambiar. El amor es fuerte, sí, pero hay cosas que no se cambian. Por ejemplo: Yo odio que la puerta del microondas quede abierta, por más que te ame con locura, cerrá la maldita puerta porque se arma la ecatombe)
Salieron un tiempo más y esas actitudes "psicópatas-freak" aumentaron en lugar de decrecer (o en el peor de los casos, mantenerse inalterables). Entonces la Diablurita, luego de conversar al respecto, decidió dar por finalizada la relación.
El Pelado continuó buscándola para poder retomar la relación, pero no pudieron ponerse de acuerdo (esta parte de la historia no la recuerdo muy bien).
Esto fue hace más de un año, de eso estoy segura.
Sin embargo, el Pelado hace pocos días la contactó y le comentó que estaba por comprar un departamento y si ella se animaba la invitaba a cenar.
Esta historia me viene al pelo para detallar, por experiencia propia y ajena, ciertas reflexiones que vienen al caso:
En general las personas somos distintas, pensamos distinto, reaccionamos distinto simplemente porque nuestras vivencias fueron diferentes y lo que pensamos y hacemos es el resultado de nuestro aprendizaje.
Es imposible esperar que otra persona razone las cosas como uno las razona, o que haga aquello que esperamos. Muuuy rara vez algo va a poder ganarle a nuestras ilusiones y expectativas, y la razón es porque ellas están construidas en nuestra mente, y nadie tiene acceso a ella.
Entonces, cuando uno quiere conocer al otro (ahora estamos hablando de parejas, pero se aplica a todo tipo de relación: amigos, compañeros de trabajo, etc.) lo que tiene que hacer es escuchar. Escuchar lo que dice, no lo que creemos que dice. Tratar de bloquear nuestro filtro y tratar de entender sus palabras y no lo que leemos entre (supuestas) líneas.
Es super difícil. Y casi imposible, porque considero que nadie es 100% objetivo (esta reflexión va dedicada a mi amiga Anita, que le encanta lo subjetivo y objetivo) Entonces cada persona recibe cierta información y la interpreta “como quiere”, o mejor dicho “como puede” en base a su construcción mental.
Sería infinitamente más fácil dejar de imaginar conversaciones y llevarlas a cabo. Y escuchar realmente al resto de las personas por lo que dicen y no por lo que creemos que dicen.
Es casi imposible que encontremos en el mundo a aquella persona que reúna todas las condiciones que mentalmente deseamos en una pareja. Quizás sea super romántico, se acuerde de todos los detalles, tenga una vida social interesante, sea precioso y tenga un cuerpo espectacular, sepa cocinar y le encanten los nenes, tenga mejor auto y un departamento genial… pero es super desordenado. O deja la toalla mojada arriba de la cama. O trabaje hasta cualquier hora. O estudie y quiera priorizar su carrera (aunque sea para poder darnos un futuro mejor). O no le guste quedarse en cama hasta tarde. O prefiera ir a la cancha antes que ir de compras.
Así que coincidamos que el hombre ideal no existe. Todos, TODOS, tenemos nuestras cosas. Algunos las adoraran y otros las detestaran. Entonces todo se resume al equilibrio. A entender que el otro es una persona con vida propia, no un ente que no existe cuando no esta a nuestro lado. Y por estos motivos (y otros) no tenemos la autoridad a pedirle a otro que cambie por nosotros. No podemos pretender que aquella persona que muere por ir a la cancha todos los domingos, abandone el hábito porque odiemos el fútbol.
Equilibrio. Ceder. Pero ceder porque uno quiere ceder, no porque se ve obligado a hacerlo.
Esto me trae a la mente una conversación con una amiga que tuvimos ayer. Ella está saliendo con una persona. Él hace algo que a ella no le gusta. Y ella no sabe que hacer, porque ella quiere que él resuelva esos problemas. Pero él no quiere.
Él NO quiere. Punto. Si él no quiere ya está todo dicho, no ?
Como nosotros armamos nuestra vida en función de nuestras experiencias, es lógico que no seamos hoy las mismas personas que eramos hace unos años. O que dentro de unos años seamos diferentes a lo que somos hoy.
Es válido cambiar, pensar que las cosas son distintas a algo que creiamos... o también que las personas que conocemos no sean lo que eran o lo que nos gustaba.
Todo puede cambiar, y no hay culpas. A veces los cambios no son tan rotundos. A veces sí lo son.
Entonces, no porque alguien nos haya enamorado (o gustado) en el pasado quiere decir que hoy sea igual. Puede que sí, puede que no.
Finalmente (porque me tengo que ir) creo que como todos somos distintos, actuamos y pensamos distintos; tomamos decisiones que otros no comprenden. Muchas veces yo juzgué esas reacciones porque de acuerdo a mis parámetros no eran correctas. O eran demasiado estúpidas. O eran demasiado crueles. O demasiado violentas. O demasiado frágiles.
Y bueno, cuesta entender que quizás eso que a nosotros nos parece una estupidez o no entendemos al otro le sirva para su propósito.
De todas formas, en nuestra mente y en nuestro rinconcito tenemos el derecho a sentir lo que queremos y como queremos. A pensar, esperar, ilusionarnos y escuchar lo que queremos escuchar. A querer que todas las personas que nos interesan sientan, piensen y actúen como queramos. Y también a juzgar a los otros.
Pero solamente dentro nuestro. El problema comienza cuando algo trasciende de nuestros límites y entra en contacto con los mismos derechos del otro.
Entonces la respuesta a todo es el equilibrio. Aunque nada indica como encontrarlo y cuales son los límites.
Mi prónostico del tiempo ...
lunes, mayo 14, 2007
Mecánica Popular ...
Me tomo dos minutos y abro un paréntesis: Es in-cre-i-ble el tiempo que pasan los hombres en estos lugares. Hemos encontrado el equivalente al shopping de las mujeres: las casas de repuestos.
viernes, mayo 11, 2007
Perspectivas ...
La Dinastía ...
jueves, mayo 10, 2007
Twist of Fate ...
Hormiga ...
Pero una hormiga en particular, atrajo mi atención. Negra y de tamaño mediano, la hormiga llevaba como carga un palito que era seis veces más larga que ella misma.
Después de avanzar casi un metro con semejante carga, llegó a una especie de grieta, estrecha pero profunda, formada entre dos grandes piedras.
Probó cruzar de una manera y de otra, pero todo su esfuerzo fue en vano. Hasta que por fin la hormiguita hizo algo insólito.
Con toda habilidad apoyó los extremos del palito en un borde y otro de la grieta, y así construyó su propio puente, sobre el cual pudo atravesar el abismo.
Al llegar al otro lado, tomó nuevamente su carga y continuó su esforzado viaje sin inconvenientes.
La hormiga supo convertir su carga en un puente, y así pudo continuar su viaje. De no haber tenido esa carga, no habría podido avanzar en su camino...
miércoles, mayo 09, 2007
Medio Ambiente ...
lunes, mayo 07, 2007
Reflexiones ...
También creo que con los años (pero más que nada con las vivencias) nuestras opiniones, creencias, valores pueden ir cambiando, pero no arbitrariamente sino porque se basan en experiencias propias.
Y además, creo que es importante escuchar las opiniones de otras personas a las que respetamos, no para adoptarlas ciegamente, sino para poder ver las cosas desde otra perspectiva.
Dicho todo esto, y teniendo en cuenta que mi cabeza quiere salir corriendo y encerrarse un tiempo en una montaña...
De: Lean
Enviado el: lunes, 07 de mayo de 2007 16:11
Para: Marits
Saben que me acabo de dar cuenta... que la gente cree lo que quiere creer.. se las dejo picando.. piensenlo
De: Eri
Enviado el: Lunes, 07 de Mayo de 2007 04:15 p.m.
Para: Lean; Marits
Es bueno que te hayas dado cuenta de eso....porque nunca nada fue más verdad que lo que acabás de decir....
LA GENTE CREE Y VE LO QUE QUIERE CREER Y VER......y con eso crea su propia fantasía y su propia visión de como son las cosas....por eso es díficil ser objetivo, porque nadie es realmente objetivo, sino que cada una lo mira desde su perspectiva.
Yo creo que el amor es para toda la vida, y lo quiero creer y me autoconvenzo....pero se que muchas veces y para millones de personas no es así, y la vida me lo demostró con gente muy querida...pero yo no puedo parar de creer en eso.... me gusta, soy adicta a creer en el amor...
De: Marits
Enviado el: Lunes, 07 de Mayo de 2007 04:41 p.m.
Para: Eri; Lean
Yo creo que más que “lo que quiere”, la gente hace lo que siente o lo que puede. No creo que sea algo racional.
Igual yo tengo tanto desparramo en la cabeza que no puedo pensar muy bien, tendrán que esperar el diagnóstico el 16 para ver si me internan en el Moyano.
De todas formas yo creo que muchas veces hasta lo racional no es tan estricto, porque se mezclan los sentimientos y ahí la cosa se complica.
A veces nos cuesta hacernos entender con cosas sencillas, imaginate hablando de relaciones.
Pero es así como decís. La gente tiene distintas formas de ver una misma situación, influenciados en un 100% por sus vivencias y sus experiencias.
Así que estoy de acuerdo con que la gente cree lo que le cierra, lo que le sale, lo que le parece…
Ah! Y con respecto al amor para toda la vida, me gustaría creer… pero no creo que sea así.
Quizás hace algunos años era más sencillo, ahora todos somos más hedonistas, exigentes y menos tolerantes. Ni bien algo no nos cierra como queremos hacemos el cambio.
viernes, mayo 04, 2007
A Hard Day´s Night ...
-----Mensaje original-----
De: Eri
Enviado el: Viernes, 04 de Mayo de 2007 04:42 p.m.
Para: Marits
Asunto: RV: RV: Estado del pedido
jajajajja...vi este mail de G. y me acordé del pobre tratando de llegar al aeropuerto...
“Que las niñas tienen tacones, no corrais”
Y me acordé yo también…
Resulta que un día, hace algún tiempo (pero no tanto), algunas de las personas de la empresa en la que trabajo habíamos viajado al exterior para participar en una feria.
El centro de exposiciones quedaba en las afueras de la ciudad, a medio camino entre el centro y el aeropuerto.
Un día, G. (nuestro contacto en un muy importante proveedor nuestro) nos visitó en el stand. Había viajado desde Barcelona esa mañana y tenía planeado regresar en el vuelo de la noche.
Había pasado largo rato en nuestro stand, y había aprovechado a visitar a otros clientes.
Pero a las cinco de la tarde decidió que mejor era emprender el regreso a su hogar, tomando un taxi hasta el aeropuerto.
Mr. President, como siempre, se ofreció de muy buena gana a llevarlo al aeropuerto ni bien la feria terminará (una hora después).
G. luego de varias insistencias aceptó y espero con sus petates hasta la hora de cierre al público.
Mr. President es una persona hiper-hiper-hiper activa. Y que con tal de dejar a todos contentos cambia un millón de veces de planes.
Cuando estaba llegando la hora de cerrar el stand, empezamos a preguntarnos como ibamos a hacer, o mejor dicho: que ibamos a hacer.
Hacía ya unos días que veniamos teniendo un ritmo infernal, todo el día parados y sufriendo las inclemencias del clima (que nos traia a mal traer).
Especialmente Eri y yo estabamos cansadas. Queríamos salir a cenar con todos, pero más queríamos ir al hotel a cambiarnos y ponernos unas cómodas zapatillas.
En el mientras-tanto vino una persona a avisarnos que la ruta al aeropuerto estaba atestada y el tráfico era infernal. Lo que podría ocasionar que G. perdiera el vuelo.
Sin embargo, en países como la gente, hay otras formas de llegar al aeropuerto tan confiables como por automóvil. Y la mejor opción era ir en tren.
Ese tren que salía de la estación ubicada bieeeeeen en el centro de la ciudad.
“Y ahora?”
Nosotros, los chichones del piso, nos quejabamos por lo bajo porque no queríamos ir al centro sin pasar por el hotel (que quedaba a 10 minutos del centro de exposiciones). Pero ir al hotel, esperarnos y tomar camino hasta el centro de la ciudad podía tomarnos casi dos horas.
Uuuuhhh… que hacer ?
Reunidos en un stand casi desierto, con pocos visitantes caminando por los pasillos, Mr. President, G., Eri, M., Elena y yo escuchando, proponiendo y evaluando opciones.
Mr. President llevaba la batuta (obvio !)
G. medio de costado, entre cansado y preocupado por no llegar a tiempo, repetía que debía de haber tomado el taxi hacía unas horas.
Lo que teníamos que lograr era que G. llegará a la estación de tren ubicada en pleno centro de la ciudad.
“Vayamos al hotel, las dejamos a las chicas y a M. y vamos al centro. Después nos encontramos allá”
“Marits, Eri y M. van al hotel con el auto (maneja Marits) y G. Elena y yo nos vamos en metro al centro. Después nos encontramos allá”
“Vayamos al hotel, agarran unas zapatillas y se cambian en el auto. Y vamos en auto al centro”
“Elena va con G. en metro hasta la estación de tren. El resto va al hotel y se cambia. Después nos encontramos allá”
…
Mil opciones más. No había una que nos deje felices a todos.
Apurados por la situación, continuamos debatiendo opciones mientras nos dirigíamos al auto. Continuamos debatiendo mientras el Mr. President salía del estacionamiento rumbo a la estación de metro ubicada fuera del centro de exposiciones.
Entre caras largas, reiterados comentarios de G. respecto a que todo esto era un desastre, llegamos a la estación de metro.
Todos bajamos y nos miramos.
G. ya se había escapado camino al ingreso del metro. Yo ya estaba resignada a continuar todo el trayecto con las botas puestas. Eri estaba ofendida y cansada de las vueltas.
Mr. President hablando por celular informandose acerca del estado de la autopista camino al aeropuerto. M. pendiente de Mr. President.
“Dejemos el auto acá y vayamos todos al centro. Cenamos y volvemos a buscar el auto más tarde”
Cuando Mr. President logró decir esto, G. y yo estabamos bajando las escaleras. Elena nos seguía detrás. Eri estaba dos pasos más atrás. Mr. President venía apresurando el paso por el estacionamiento, mientras M. preguntaba insistentemente si dejabamos la laptop en el auto.
Llegamos a las máquinas expendedoras y G. sacó su boleto.
Yo saque el montón de monedas y empecé a juntar. Mientras M. y el Mr. President sacaban su boleto.
“Visteme despacio que estoy apurado”
Era lógico que se iba a trabar la máquina, no iba a tomar alguna moneda, etc.
La cosa es que Elena, que tenía su pase, ingresó sin problemas. G. la siguió apurado. Mr. President y M. pasaron sus tickets y cola de perro Eri y yo.
Bajaron las escaleras apurados con Mr. President a la cabeza.
Cuando todavía estabamos arriba se escuchó un grito “Apurense ! está el metro en la estación”
G. y M. bajaron corriendo la escalera. Elena ya estaba subida en el metro.
Eri y yo veniamos bajando lo más rápido posible por las escaleras.
Era una imagen desesperada.
G. llegó a gritar “No corrais. Que las niñas tienen tacones, no corrais”
Cuando llegamos abajo estaban todos arriba del metro y M. al costado de la puerta esperándonos.
Al acercarnos nos empujo a Eri y a mi adentro del metro y él se subió. Con el envión que teníamos y el empujón de M. nos tropezamos al entrar y nos caímos encima de un pobre hombre que, cual sardina enlatada, estaba intentando tener un poco de lugar para volver a su casa.
Al llegar a la estación donde teníamos que bajarnos, ya estabamos un poco más tranquilos. De esa misma estación partía el tren al aeropuerto.
Salimos del metro, subimos las infinitas escaleras, todos separados corriendo detrás de G. que parecía el conejo blanco del país de las maravillas mirando su reloj y exclamando “es tarde, es tarde ! no llego”. Sus ojos salían de las órbitas mientras corría por los pasillos de la estación.
Tropezando con la gente, con los pies adoloridos por las botas y las horas pasadas paradas, por fin llegamos a la estación del tren.
El tren partía en menos de media hora… lo habíamos logrado !
Esperamos a que G. sacara su boleto y aprovechamos para echarnos en unos bancos a descansar nuestros pobres piececitos.
G. se acercó a nosotros para saludarnos. Ni espero que dijeramos nada, estaba un poco molesto por la situación y las corridas. Eri y yo nos reiamos de la situación a la vez que nos quejabamos por estar con las botas, con frío y cansadas.
Cuando G. subió al tren surgió la gran pregunta “Y ahora que hacemos?”
Mr. President nos ofreció ir a cenar y aprovechando que Eri era la única que no conocía la ciudad, pasear un poco.
Elena, la única de nosotros que vivía en esa ciudad, nos comentó que conocía un buen restaurante de pastas y otro de pizzas.
Yo tenía pizza hasta las orejas. Agitaba mis brazos, esperando que me escuchen para abandonar la idea de cenar pizza.
Elena siguió “Podemos ir hasta la plaza del Duomo. Queda a 200 metros”
Traté de hacer memoria. Busqué reconfirmar en los planos del metro. El Duomo era dos estaciones más de donde estabamos. No me daban las cuentas. El Duomo no podía estar a 200 metros. Intenté explicar mi idea, pero no tenía adeptos.
Eri estaba bloqueada, ofendida. A M. le gusta caminar así que aceptó la idea de los 200 metros.
“Que no son 200 metros, demonios !” pero quien me escucha…
Salimos de la estación del metro.
Ya era de noche. En una pantalla en la fachada de un edificio marcaba 5° y lloviznaba.
No lo podía cre-er ! Nunca nadie hubiese logrado (ni logrará) que yo camine de noche, con un frio invernal y bajo la lluvia.
Le di otra vuelta a la bufanda, me cerré la campera y el Mr. President me prestó la capucha de su campera para que no me moje el pelo.
Elena cruzó la calle, M. la siguió y así empezamos a caminar los “200 metros”.
Caminamos por calles muy angostas, entre edificios de muuuuchos años. Todos en fila, yo detrás.
Cada tanto M. y Mr. President aminoraban el paso para acompañarme.
A las tres cuadritas mis dientes tiritaban, mi pantalón estaba empapado hasta las rodillas y tenía mucho frio.
Me agarraban por los hombros y me incentivaban a caminar con ritmo.
Girabamos en algunas esquinas, pero seguiamos caminando.
Los 200 metros eran eternos.
Para calmar mi frío y el dolor de pies de Eri nos encontrabamos cantando “Hace frío (brrr) y estoy lejos de (brrr) casa…”
Llegamos a la peatonal principal, yo muerta de frío y Eri enojadisima.
Caminamos y caminamos bajo la lluvia y entramos a una galería muy conocida que da al Duomo.
Por fin un poco de resguardo. Calorcito ! Me quedo acá.
Cenemos hamburguesas… pero no. Mejor pastas.
-“Cuanto falta?”
-“50 metros”
Y yo me preguntaba con cual sistema de medición estarían sacando las cuentas.
-“Vamos, vamos” arrío Mr. President.
Salimos de la galería. Apreciamos dos segundos y medio el Duomo iluminado y seguimos caminando.
Dimos vuelta dos calles más adelante.
Volvimos a doblar en la tercer galería, cerca de la heladería.
Y llegando a la casa de calzado top, Elena nos confesó que no recordaba la calle del restaurante.
Por haber estado caminando siempre atrás no me di cuenta que ella buscaba y buscaba en los recovecos de las calles.
Nos hizo esperar a Eri, a M. y a mi en una esquina.
Ella se alejó para ver si el restaurante aparecía por algún lugar.
Frío, cansancio, hambre, fastidio.
Sin suerte. No había restaurante de pastas.
“Pero sí se donde queda el de pizzas”
Noooooooo… ya probé de todos los gustos y colores. Hace días que como solo pizza.
Bueno, dale. Vamos a comer pizza.
Caminamos otro poco y llegamos.
Cenamos. Nos reimos de la situación, aunque algunos en forma nerviosa, otros en forma irónica.
Salimos y tomamos el metro en la estación del Duomo.
Mucho más cerca que volver a caminar esos 200 metros (eternos).
Tuvimos que correr otro poco, porque el último metro estaba por pasar.
Nos subimos, con la panza llena de pizza, con el calor del metro y nos sentamos todos en un asiento.
Miramos a esa gente rara, que solo se encuentra en el subte bien tarde a la noche.
Esos que vagan por las calles, pero con decisión, no vagando por vagar.
Esas personas que lucen cansadas y desaliñadas. Y que parecen absortas de sus pensamientos, en burbujas grises.
Llegamos a nuestra estación. Nos bajamos, subimos las escaleras (esas que horas antes nos vieron bajar apresurados e intentando no caer por nuestras botas). Llegamos al estacionamiento y hacía más frío.
Subimos al auto y volvimos al hotel.
Hoy no hay forma de no recordar esa noche.
A G. corriendo como loco, enojado con él mismo por haber cedido ante Mr. President.
A los largos 200 metros.
A la maldita pizza.
A las calles “para pasear” casi oscuras.
Y después dicen que los viajes de trabajo no son cansadores.
Primera Etapa: Superada !
miércoles, mayo 02, 2007
Through Wonderland ... (ii)
Resumen ...
Ahora, tengo el escritorio sepultado en papeles.