Eran mucho más que las doce de la noche, estabamos recostados en el sillón. Vos tratando de ver la película, yo intentando no dormirme.
Cuando estaba cayendo en la profundidad de los sueños siento en el oído: sabes que te quiero.
Llegamos a las nueve de la noche a la casa de mi hermano. Recorrido oficial de inauguración.
Los hombres a la terraza de atrás para poner la carne a la parrilla.
Mi hermano me trae al Toto para que la mujer termine de arreglarse. Los chicos en la computadora, disputandose el teclado.
Los hombres se toman un recreo y se mudan al balcón del frente, Vicky se lleva al Toto para darle su última leche del día. Me asomo al balcón a metros de los hombres que hablan no se de que tipo de autos. Me cuelgo viendo las luces de Libertador. Me abraza, me mira a los ojos y me susurra: Te quiero... mucho.
Domingo a la tarde, final de reunión con sus amigos. Ordenando cosas, acomodando botellas y vasos. Sube las escaleras haciendo ruido con las ojotas. Me sonrie contento porque la pasó genial con sus amigos. Ya no hace tanto calor y los chicos ya se empezaron a ir.
Se acerca por detrás y me dice bajito: Te quiero.
Me lo dice suavecito, a veces me mira a los ojos o me toma de sorpresa. Pero lo susurra.
Suena tan dulce... tan rico. Si llego a cerrar los ojos por dos segundos hasta creo que puedo escucharlo.
Te quiero mucho, mucho más.
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