El domingo decidí ser buena y fui con mi hermano, su mujer, mi hermanito menor y el Toto a almorzar a una parrilla a dos cuadras de la casa de ellos.
Nos sentamos en una mesa y como hago siempre empecé a mirar al resto de las personas del lugar.
En una mesa no muy lejos de la nuestra había dos chicas. La que estaba mirando para mi lado me resultaba muy conocida.
Viste cuando estas seguro que conoces a alguien, pero por el otro lado no sabes si es que la conoces o que tiene una cara "común".
Cada tanto la miraba, pero que ella me mirara a mi me daba la sensación que a ella también le resultaba familiar mi cara.
Pense en preguntarle a mi hermano si la reconocía, pero finalmente no lo hice.
En un momento en el que yo estaba distraída, la otra chica que la acompañaba se levantó para acomodar su abrigo.
Y ahí caí. Era Silvina, una compañera del Secundario, que vivía con su familia a la vuelta de mi casa.
La otra chica me era familiar porque justamente era la hermana mayor.
Se acercó a mi mesa y en dos segundos me contó que tiene una nena de dos años y medio (Tiziana), que esta separada y vive en Olivos. Que su hermana (que también iba al mismo curso que el nuestro) también tenía una nena de un año y medio (Luciana), vivía con su pareja en San Martín. Que en San Martín también vivían sus padres y la hermana con la que estaba almorzando.
Que su hermano vivía en el interior, pero no recuerdo donde.
Y le tocó el turno de preguntar:
-Y tu papá?
-Y tu abuela?
-Y el perro?
-Y la casa de Pilar?
Parecía una comedia...
En fin.
Intercambiamos teléfonos y espero que algún día me llame para tomar algo.
Cuando pude estar sola y meditar me di cuenta que en tan pocos años sus vidas habían cambiado muchisimo.
Por ejemplo, en su caso se que había estado viviendo tres años con su hermana en Vicente Lopez, al parecer conoció a alguien, se fueron a vivir juntos, tuvieron una nena, se separaron...
Todo eso en ocho años.
Pero también me di cuenta que mi vida también había cambiado otro tanto. Me preguntaba cosas que ni siquiera me acordaba (o mejor dicho, no quería acordarme).
No es ni bueno ni malo... solo que es un flash volver a ver a alguien que conocías mucho, con quien compartías mañanas y tardes.
Verlo un tiempo después y mil cosas que cambiaron.
Ella que solía ser rubia y con un cabello largo lacio, ahora tenía un corte similar al de Araceli Gonzalez y de color castaño.
Así como su imagen cambió, seguro que cambió su vida.
Y si. Espero que algún día nos juntemos aunque sea un rato. Porque es sabido que no solo cambian las circunstancias en la vida de alguien, sino también en quien es. La esencia se mantiene intacta, pero quizás el "lenguaje" sea distinto. Los intereses, los gustos, las prioridades, los objetivos, las razones de felicidad... tantas cosas pueden cambiar.
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