jueves, julio 23, 2009

De Rutinas...

Hace un tiempo me enviaron una de esas cadenas de mails con una presentación de Powerpoint.
Se trataba sobre el Alzheimer y explicaba una de las maneras para evitar la aparición de la enfermedad: mantener el cerebro en “movimiento
Actividades como el ajedrez, crucigramas, sudokus, hablar distintos idiomas o la lectura frecuente parecen retardar la aparición y reducir la severidad de la enfermedad.
Pero además decía que era importante el cambiar las rutinas.

Una rutina tiene la ventaja de reducir el esfuerzo intelectual, pero limitan el funcionamiento del cerebro.
Al parecer si “rompemos” una rutina estamos obligando al cerebro a concentrarse en la actividad y poner en funcionamiento nuevas estructuras.

Leí por ahí que casi el 80% de nuestro día está ocupado por rutinas… y ni que hablar de los años.

Recién yendo a la cocina a lavar mi taza me di cuenta lo obsesivamente rutinarias que pueden llegar a ser ciertas cosas.
Lavar una taza no es solo eso. Empieza con las ganas de tomar algo caliente entre las 12 y las 12.15hs.
Agarro mi taza, voy a la cocina, apoyo la taza en la pileta y dejo correr el agua para que llene la taza. Busco la esponja, le pongo detergente. Lavo primero la cucharita, la enjuago y la mantengo en una mano. Sigo lavando la taza siempre de la misma manera.
Cuando termino, apago el agua, voy a algún baño a buscar toallitas de papel. Saco dos. Mientras vuelvo a la cocina me seco las manos y al llegar seco la taza y escurro el agua que quedo dentro.

Asusta el ver que siempre se hacen las cosas de la misma manera, no?

A veces la rutina me da seguridad. Cuando estoy haciendo algo que generalmente no hago siento como un dejo de angustia en el pecho. Yo le dijo la sensación de que “algo esta mal”… (sí todos sabemos que estoy medio loca).
Pero hay momentos en que me doy cuenta que mi mente se apaga por unos segundos y no puedo recordar que paso. Yo creo que es porque vengo pensando en algo tan concentrada que el resto de las actividades las hago en piloto automático.
Así como estar manejando y de pronto no recordar haber pasado por un tramo del camino… freeeeeaky.

Y por otro lado cada tanto me agarra el ataque de hastío total a mi vida diaria, esa cosa llena de rutinas “seguras”. Y así es como me enganchó con un nuevo hobbit, me pongo a cocinar cosas dulces cada vez que tengo tiempo o me lleno la agenda de actividades.

Lavarse los dientes, bañarse, el camino al trabajo todas esas cosas parecen estar dominadas por la rutina. Pero es lo único?
No es una rutina tener que trabajar de lunes a viernes? No es una rutina entrar todos los días a la misma hora? Entenderá la empresa si le digo que hoy llegué dos horas más tarde para prevenir esa terrible enfermedad?
Tendrán los hombres su excusa perfecta para el engaño? “No mi amor, quería romper la rutina de tener solo sexo con vos. No entendes que es para prevenir el Alzheimer”?

En fin… alguien puede explicarme porque la mayoría de mis reflexiones tienen su raíz en el “equilibrio”.
Ya a esta altura creo que me conviene contactar a un psicólogo para que me ayude…



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