La feria terminó el viernes a las cinco de la tarde.
A partir de esa hora se suponía que eramos libres. Teníamos solo esa tarde y noche para disfrutar un poco de Frankfurt y hacer las compras de rigor para nuestra gente.
Pero claro, la desorganización de Mr. President hizo que recién pudieramos salir de la Messe a las siete. Nos quedaba una hora para llegar al centro comercial y ver algo de la ciudad.
Zoe, la chica que nos ayudaba en el stand, nos había ido a buscar para acompañarnos.
Salimos volando e hicimos las compras.
Sin embargo, habiendo terminado esa semana de locura, el cansancio se me vino de golpe y después de la cena, con el frio que hacía yo solo quería ir al hotel y preparar las valijas.
Obviamente chocolates y cervezas fueron lo que compramos y cargamos Eri y yo en la peatonal de Frankfurt.
En el hotel hicimos lo posible para acomodar todas esas botellas de cerveza (y mi tequila) en el equipaje para resguardarlas.
Teniamos previsto salir del hotel a las siete de la mañana para llegar bien al aeropuerto y no correr.
Pero salimos casi a las ocho. Llegamos con las dos horas justas para despachar el equipaje y hacer los trámites de migraciones.
Al despachar el equipaje y llevando una valija de Mr. President con nosotros (porque él seguía viaje a Italia) tuvimos problemas.
Entre las tres valijas sumabamos más de 80 kilos... y el máximo por persona era de 20 kilos.
El extra costo (que no nos iban a dejar pagar) ascendía a más de mil euros.
La única opción era despachar por courier una de las valijas (la de Mr. President, obvio). Pero además nos dieron dos cajas de cartón para descomprimir un poco el peso de nuestros propios equipajes.
Eru salió con la valija de Mr. President volando a DHL y yo tuve que quedarme en el medio de todo vaciando mi valija.
Treinta minutos antes del horario para abordar nosotras llegabamos a migraciones arrastrando nuestros propios equipajes de mano (el mio debe haber sido de más de 10 kilos por tanto papel y catálogo que llevaba).
Nos pararon por todo. Eru tenía la notebook y yo tenía monedas en los bolsillos y el líquido de los lentes de contacto de 125ml, cuando el máximo permitido dentro del avión era de 100ml por persona.
Pasado esto tuvimos que recorrer montones de metros cargando todo ese peso para llegar bien al gate.
Cuando por fin me sente no podía más. Después del aperitivo creo que me quede dormida.
Al despertarme, los chicos que estaban en los asientos del otro lado del pasillo hablaban de que todavía faltaban seis horas para llegar.
Esas fueron las seis horas más largas de mi vida.
Al llegar a Buenos Aires, en horario (por supuesto), otra vez volvi a cargar todo ese peso y pasé por el Free Shop (consumista yo?)
De ahí a retirar el equipaje.
Cuando por fin nuestras valijas aparecieron explotabamos de ansiedad por salir de ahí.
Pero el último paso era el control del equipaje.
Se suponía que debiamos pasar las valijas y el equipaje de mano por una cinta.
Yo tenía la valija grande, un bolso, la bolsa del free shop y la caja que nos habían dado en el aeropuerto de Frankfurt.
El tipo que estaba en la cinta pretendía que después de dos horas a las corridas en Frankfurt, catorce horas de vuelo y media hora revolviendo el free shop tuviera fuerzas para levantar los más de treinta kilos para subirlos a la cinta.
Entonces, con mi cara de destruida y arrastrando todo le dije "se supone que tengo que levantar esto yo?"
Creo que por piedad se acercó, levanto mi equipaje y lo arrojó a la cinta.
El de Erica siguió al mio.
Por las puertas enfrente nuestro ya podíamos ver el amontonamiento de gente que espera el arribo de sus seres queridos. Ya queríamos estar ahí.
Cruce el portal de seguridad y rapidamente intente sacar mi valija del otro extremo de la cinta.
Los controladores hablaban pero yo ni escuchaba. Alguien dijo "chupetines" pero a mi no me sonó a nada.
Erica se detuvo a prestar atención y alejandonos les sonreía y decía son regalos.
Cuando cruzamos la primera puerta me dijo que el hombre se había sorprendido de la cantidad de alcohol que llevabamos en los equipajes.
Y a la distancia se seguían riendo de lo "chupetines que son las chicas"...
Alcoholicos anónimos, allá vamos.
1 agarraron el lápiz:
Comparti el tequila!!! Borracha! jajajaja!
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