Ayer fuimos al cine y obviamente la conjunción película estreno+fin de semana+horario central hizo que la sala estuviera repleta.
Por eso llegamos veinte minutos antes del comienzo de la peli y nos quedamos esperando sentaditos en unos lugares bastante buenos.
Es en esos momentos en los que empezas a analizar al resto de los espectadores.
El que boludea con el celular mientras la pareja se come el embole de su vida… los que recién se pusieron de novios y no se los puede separar ni con un chorro de soda… las amigas que se chusmean con lujo de detalles la salida de la noche anterior con ese buen-mozón tremendo.
Todo tan habitual que hasta parece que no estuviera pasando. Hasta que en un episodio aún confuso, no esta claro si el muchacho o la chica, vuelca el contenido completo de un vaso extra grande de Fanta Naranja en el asiento delantero bañando a otra pobre espectadora que no hacía otra cosa que atorarse con pochoclos.
Confusión, risas nerviosas, carcajadas y mucha gaseosa por todos lados.
Y yo me pregunto: Esta mal no poder parar de reirse ante tal “desgracia” ajena?
Por eso llegamos veinte minutos antes del comienzo de la peli y nos quedamos esperando sentaditos en unos lugares bastante buenos.
Es en esos momentos en los que empezas a analizar al resto de los espectadores.
El que boludea con el celular mientras la pareja se come el embole de su vida… los que recién se pusieron de novios y no se los puede separar ni con un chorro de soda… las amigas que se chusmean con lujo de detalles la salida de la noche anterior con ese buen-mozón tremendo.
Todo tan habitual que hasta parece que no estuviera pasando. Hasta que en un episodio aún confuso, no esta claro si el muchacho o la chica, vuelca el contenido completo de un vaso extra grande de Fanta Naranja en el asiento delantero bañando a otra pobre espectadora que no hacía otra cosa que atorarse con pochoclos.
Confusión, risas nerviosas, carcajadas y mucha gaseosa por todos lados.
Y yo me pregunto: Esta mal no poder parar de reirse ante tal “desgracia” ajena?