jueves, octubre 18, 2007

Para el olvido ...

Yo no se si será ...
... la altura del año,
... el no haber tenido vacaciones "formales",
... el arrastre de los problemas que tuve al año pasado,
... las presiones por y en casa,
... el fin de semana largo,
... estar con él que me hace sentir bien pero me hace falta cuando no está,
... la actividad física,
... la clase de Salsa del martes,
... el seguir durmiendo poco y mal,
... pero en los últimos días me siento intolerante total.
Hace más de una semana que mi asistente no tiene el programa que se utiliza en la empresa, por lo que todos los pedidos, modificaciones, informes, documentación la tengo que hacer yo... sumado a mis tareas habituales.
Y claro, como no podía ser de otra manera, entraron siete pedidos del exterior para procesar (con todo lo que eso implica).
Entonces, no solo que tengo mucho más trabajo que antes, sino que además tengo que soportar verla pavoteando por ahí.
El martes, primera clase de Salsa con la Diablurita. Todo genial, moverse una hora sin parar a las nueve de la noche puede ser revitalizante. Después after en el dpto de la Diablurita. Me reí mucho, pero como nada es gratis, llegue a casa tardísimo y entre bañarme y preparar las cosas para el día siguiente me acoste muy muy tarde.
El miércoles se encargó de hacer que todas mis actividades se retrasaran. Nada salia como debía salir y más cosas se apilaban en el escritorio. Cascote de cuasi vacaciones.
Salí de la office a las siete de la tarde y fui a la casa del gordo, que me estaba esperando en la puerta al solcito. Le había dicho de ir a tomar un helado, pero cuando llegue no tenía tantas ganas de volver a salir.
Lo que me costó llegar al segundo piso no se puede explicar. Crei que iba a dejar la vida en los últimos seis escalones. Él, muerto de la risa.
Entusiasmado por el clima, quisó ir a cenar al rio... pero la abuelita no podía ni siquiera volver a ponerse las sandalias altísimas nuevas.
A las nueve de la noche ya no podía más... tenía calor y mucho cansancio.
Encargamos empanadas y cuando llegaron mi única actividad fue moverme del sillón a la mesa.
Tarde como diez minutos en empezar a comer. Cuando terminamos, sin decir nada, el gordo levanto la mesa, sacó los almohadones del sillón, trajo la almohada de la cama y me movió hasta el sillón.
Pocos minutos después me quedé dormida mientras veiamos Spiderman II (igual odio al Hombre Araña)
Por un problema técnico no podía quedarme a dormir ahí. Maldición a mi, por haberme olvidado los líquidos de los lentes.
Pobrecito... lo que le costó despertarme y convencerse que no iba a estrellarme camino a casa.
Cuando llegue, un poco más despierta pero con un sueño fatal, se me ocurrió bañarme.
Agua caliente no había. Solo salia agua fria con menos potencia que la habitual.
Ni soñando me podía acostar con el pelo en esas condiciones, por lo que trate de que no me importara y me bañe con agua fria. La ducha más rápida de la historia (aunque alcanzó para el shampoo y el acondicionador)
Me desperte de mal humor, pensando en el agua. Y ahora qué???
Me quedé haciendo fiaca, robando unos minutos a la oficina.
Cuando decido levantarme, cero ganas de nada.
Prendo la planchita de pelo, pero... no prende!!! Cambio el enchufe y nada...
Como se le ocurre romperse a esta porquería justo cuando decido volver al look flequillo, siendo la planchita vital para no parecer el Rey León ???
Llego a la oficina.
Cascote, inmóvil, me anuncia que por fin tenemos todas las conexiones en la nueva oficina para mudarnos.
Empiezo a llevar las cosas. Nunca me di cuenta de la cantidad de papeles, carpetas, cajones repletos que tengo.
A media mañana seguia llevando cosas de una oficina a la otra.
Desayuno ? Bien, gracias. Faltó con aviso.
Cuando mas o menos estaba terminando de acomodar las cosas, la noticia !!!
Algunos cables de la conexión de red de mi computadora no andan. No hay forma de que pueda usar mi máquina.
Se barajan mil opciones, mientras en mi cabeza calculó todo el laburo que se me atrasó por medio día sin trabajar.
La única opción hasta mitad de la semana que viene: volver a mi oficina anterior.
Ese cusucho sin ventilación, el doble de deprimente que antes ya que mis cosas están en otro lado.
Hace cuatro horas que no me levanto del escritorio. Ya me puse a llorar desconsoladamente por la depresión que me genera esta oficina vacia y sucia.
De reojo la veo a Cascote pulular sin mucho que hacer y quiero cortarme las venas con la regla.
Ya no quiero saber nada de nada. Quiero llegar a casa y tirarme en la cama.
Pero nada es tan fácil. Cuando llegue tengo que agarrar mi precioso acolchado de plumas y llevarlo a la tintorería, porque el perro del demonio al que llamamos mascota (o Madoxx) me lo meo todo.
Y tengo que pensar en comprar otra planchita...

Quiero vacaciones lejos de acá YA !

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